Para elaborar un buen mostillo la materia prima es el mosto, el cual se obtiene de la uva, pues bien cuando éstas se estrujan y antes que empiece la fermentación se coge el mosto y se pone a cocer, el cual tiene que cocer hasta quedarse reducido a la mitad.
Luego se deja reposar y cuando esta frío se cuela, pues deja mucho poso. Luego se pone en una sopera la cantidad deseada y se deja enfriar en un recipiente para desleír el harina.
Se procurará que la harina se deshaga bien con el fin de que no queden grumos (que antes se decía agüelos), y cuando el mosto está en ebullición se añade sin dejar de dar vueltas (si han quedado grumos es mejor pasarlo por un colador de nuevo). La cocción debe durar de 15 a 20 minutos, para que la harina quede cocida. Luego se escudilla en una fuente o en platos pero al sacarlo del fuego se le añadirá un puñado de almendras partidas en trocitos.
El mostillo también se hacía con agua de miel, obtenida de escaldar los panales de las abejas después de haber extraído la miel. También se hervía hasta que quedara reducida a la mitad. Ahora esto no se hace porque a las abejas se les pone la cera ya hecha en las cajas, pero antes trabajaban en vasos que los confeccionaban con cañas y luego los forraban con barro mezclado con excremento de los bucos y dentro de los vasos las abejas se fabricaban los panales y la cera después de escaldada también la vendían para hacer velas.
El mostillo se solía comer para meriendas y, si estaba bien cocido, se guardaba mucho tiempo. A veces, si estaba muy duro lo partían en tacos.
Receta: Maria Pérez
Mostillo de Alcalá
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